El pasado viernes se conoció la triste noticia de la muerte de Tony Bennett, una de las voces históricas de jazz y pop más queridas de Estados Unidos.
A los 96 años de edad, el cantante nos dejaba tras años de lucha contra el Alzheimer, una enfermedad que padecía desde 2016 y que se hizo pública en 2021, cuando anunció su retirada de los escenarios.
El artista era uno de los últimos crooner estadounidenses, autor de temas como The Way You Look Tonight o I Left My Heart in San Francisco estuvo más de 70 años dedicado al mundo de la música, en la que se adentró en 1950, en los que se hizo con 18 premios Grammy y dos premios Emmy y adquirió el reconocimiento de una leyenda como Frank Sinatra, que consideraba a Bennett como «el mejor cantante que hay en el negocio (del espectáculo)».
El estilo musical y la generación a la que pertenecía el crooner no le impidió forjar una estrecha relación con artistas de registros totalmente diferentes, como fue el caso de su relación con Lady Gaga, una de las amistades más consolidadas de la industria.
Todo empezó en 2011, cuando Bennett vio cantar Orange colored sky a una Gaga que prometía como cantante de jazz en la Gala benéfica de la Robin Hood Foundation.
Su conexión inmediata hizo que planearan colaborar en el álbum de duetos Duets II que él lanzó ese mismo año, en el que colabora con artistas como Amy Winehouse, Aretha Franklin o Alejandro Sanz.
The Lady is a Tramp es la canción que inauguró la fortísima amistad que se cosechó posteriormente entre la intérprete de Poker Face y el clásico estadounidense.
Una sola canción resultó ser muy poco para la complicidad de los artistas, que lanzaron posteriormente dos discos y dos premios Grammy, consolidándose como pareja musical.
El primer disco en conjunto llegó en un momento delicado para Lady Gaga, que acababa de lanzar su tercer álbum de estudio, Artpop (2013), un disco tildado de polémico que decepcionó a su público por pasarse de histriónico y estar demasiado abultado con la extravagancia que caracteriza a la artista.
Su mánager la abandonó y el alcance de su carrera profesional corría peligro.
Además, ella estaba recuperándose de una operación de cadera y padecía fuertes dolores que le impedían cantar con normalidad.
La promesa pendiente con Tony Bennett de grabar un disco conjunto le devolvió la voz y la energía, hasta el punto de que Gaga siempre le decía que le había salvado la vida.
En una entrevista conjunta para PBS en 2014,Gaga se mostraba cariñosa y agradecida conBennett y reconocía que Cheek to Cheek era para ella el mejor álbum de su carrera.
Él, por su parte, elogiaba a su amiga: «O tienes el don, o no lo tienes. Y tú lo tienes. Deberías pasar el resto de tu vida siendo tú misma, y eso emocionará a todo el mundo cada vez que te presentes», añadió.
Gaga, una veterana en experimentar con lo extravagante y vanguardista y Bennett, ceñido principalmente a los estándares de la vieja escuela. Esta era la pareja con 60 años de diferencia -Gaga conoció a Bennett cuando este tenía más de 80 años-cuyas diferencias estilísticas no impidieron su éxito, enriquecido por un talento y una complicidad evidentes.
El álbum contiene temas seleccionados por ambos, con clásicos americanos como Anything Goes, It Don’t Mean A Thing (If It Ain’t Got That Swing o Lush Life.
La relación terminó de consolidarse con un álbum que demostró al público que Gaga era una artista mucho más allá que un escandaloso vestido de carne. Esta se tatuó un dibujo del crooner en el brazo derecho.
Bennett era un asiduo en los conciertos de Gaga y esta hacía todo lo posible para acercarse al que consideraba su guía, llegando a subir escaleras kilométricas en medio del concierto.
Tony Bennett era el mejor fan de Lady Gaga. pic.twitter.com/SKpljVp1gh
— David;⚡⁷ (@GAGAXBTS) July 23, 2023