A lo largo de su carrera con Metallica, James Hetfield ha abordado diversos temas en sus canciones, pero hubo una en particular que le resultó especialmente difícil de componer.
Aunque el líder de la banda tenía temor de lanzarla, esa canción terminó convirtiéndose en una de las más populares del grupo.
En 1990, Metallica decidió tomar un giro diferente para su álbum homónimo, colaborando con el productor Bob Rock para crear canciones más simples. Fue en medio de este proceso que James Hetfield, por pura casualidad, encontró la inspiración para una de las canciones más sencillas.
Mientras hablaba por teléfono con su novia de entonces, Hetfield comenzó a tocar las cuerdas al aire en su guitarra, lo que luego se convertirían en los acordes iniciales de «Nothing Else Matters».
Después de desarrollar la canción por sí mismo, compuso una letra muy personal que hablaba de su vida en la carretera y cómo extrañaba a su pareja.
Aunque a Hetfield le encantó escribir la canción, nunca imaginó que fuera una canción de Metallica, creyó que solo estaba escribiendo para sí mismo.
Sin embargo, una vez que el resto de la banda la escuchó, Hetfield se sorprendió. Fue Lars Ulrich quien comentó: «Oye, esto es bueno», lo que hizo que James se preguntara qué hacer a continuación.
Decidieron llevar la canción un paso más allá y llamaron a Michael Kamen para componer una partitura orquestal.
Cuando escucharon la pista con los arreglos orquestales, Hetfield quedó desconcertado nuevamente. «Una vez que la escuchamos, pensamos, ‘¿Qué hemos hecho?'». Aunque Metallica era conocida por sus raíces thrash metal, la banda hizo todo lo posible por evitar que sonara demasiado como una balada.
Mientras mezclaban el disco, James recuerda que el sonido de la orquesta se fue reduciendo más y más en la mezcla.
No obstante, cuando la canción fue lanzada como sencillo del álbum, tuvo una increíble recepción en las radios y entre el público. «Nothing Else Matters» se convirtió en uno de los himnos ineludibles en sus conciertos en vivo.